Saturday, November 10, 2012

Manuela Moya Grande




                 “Yo soy ignorante pero no quiero que mis hijas sean ignorantes como yo”
Manuela Moya Grande era una madre joven, enamorada con su cariñoso esposo cuando entonces sobrevino el desastre: su esposo, Eudoro Liciano Avalos, murió en un accidente de avión en el corazón de la selva peruana.  Eudoro estaba trabajando para Faucett, la primera línea aérea de Perú.  (Curiosamente, la línea había sido fundada por un hombre de Nueva York, Elmer Faucett hace 40 años.)  Eudoro era mecánico y estaba volando a la selva para arreglar uno de los aviones de Faucett.  Hubo una tormenta tremenda y un rayo le cayó al avión.  Durante ocho días nadie podía encontrar los restos.  Manuela tenía los nervios destrozados.  Ella tenía dos hijas preciosas de once y seis años de edad, la menor víctima de polio. ¿Cómo sobreviviría ella sin el apoyo emocional, físico, y monetario de su marido?
La línea Faucett le dio dinero de indemnización después de la muerte de su esposo pero no era suficiente para las tres.  Ella decidió que necesitaba tener ayuda del estado.  Envió una carta al gobierno pidiendo que el estado pagara un internado para sus hijas.  Gracias a su resolución y suerte, recibió una beca para las dos. 
Manuela tomaba un taxi todos los sábados para traer a Norma y a Frida a casa para pasar el fin de semana y las llevaba de regreso al colegio todos los lunes.  Durante la semana, ella trabajaba muchas horas  y ahorraba su sueldo.  Fue un tiempo duro.  Ella echaba de menos mucho a sus hijas y a su esposo, pero ella sabía que la educación del internado sería muy importante para su futuro. Se sacrificó al no tener la compañía de Norma y Frida para darles más oportunidades.
Cuando la hija mayor, Norma, terminó con sus cursos, buscó trabajo. Manuela, siempre pensando, le sugirió a Norma que  pidiera un empleo a la compañía Faucett. Asombrosamente, Faucett la contactó y Norma trabajó para esta compañía por trece años.  Irónicamente, fue gracias a Faucett que Norma y Manuela pudieron venir a este país.  Lo que pasó es que Norma ganó viajes con su trabajo.  Vino a Los EE.UU.,  muchas veces, a Miami y más tarde a Nueva York.  Norma conoció a su esposo en su trabajo también.  La compañía tuvo mucha influencia en la vida de la familia para bien y para mal.
En total, Manuela ha sacrificado mucho por sus hijas, pero sus vidas son seguras gracias a ella. Las dos tienen su educación y su propia familia.  La distancia es el problema.
Manuela viene al centro todos los días por autobús.  Le gustan mucho los programas, las clases y los viajes pero lo que es más importante son las amistades aquí.  Su vida diaria existe entre estas paredes, alrededor de estas mesas y en las sillas del centro.


*****************************************************************************




“I may be uneducated, but I will not have my daughters end up the same way”


Manuela Moya Grande was a young mother who was deeply in love with her husband when disaster struck: in the heart of the Peruvian jungle, her precious Eudoro Liciano Avalos was killed in a plane crash. He had been working for Faucett Airlines, Peru’s first commercial airline. (Coincidentally, the company’s founder, Elmer Faucett, was from New York.)  Eudoro was a mechanic and was going to a job in the jungle to repair engines. There had been a terrible thunderstorm and a lightning bolt struck the plane. It took eight long days before the rescue party found the remains of the passengers. Manuela was a nervous wreck. She had two young daughters, one six and the other eleventhe younger, a polio victim. How was she going to survive without the emotional, physical, and financial support of her dear husband?

Faucett gave Manuela a settlement after Eudoro’s death, but it was not enough to support all three of them. Manuela decided that she needed help from the state. She sent the government a letter asking them to pay for her daughters to attend a boarding school. Thanks to her determination and a little luck, the state awarded both daughters scholarships to attend a weekday boarding school in Lima.

Every Saturday she would take a taxi to the school and bring Norma and Frida home for the weekend.  During the week, she worked like a dog, saving her pay as much as she could. It was a difficult time. She missed the girls and her Eudoro, but she knew that the education the girls were receiving at school was critical to their future success.

When her older daughter, Norma, finished her schooling, she looked for work. Manuela, always thinking, suggested that she inquire at Faucett Airlines. Faucett contacted her and she ended up working for them for thirteen years. Ironically, it was thanks in part to Faucett that Norma and Manuela ended up in this country. Norma won various trips through her job, one of which brought her to the United States, first to Miami and then to New York. Norma also met her husband through her work as well. It is incredible how much influence, both good and bad, that Faucett Airlines had on the life of the family. 

Manuela sacrificed so much for her daughters, but their lives are secure now, thanks to her. Both received a good education and have settled with their own families: Norma, here in Connecticut, and Frida, in Peru. The only problem is the distance.

Manuela comes to the center everyday by bus. She enjoys the programs, classes, and trips offered.  However, the most important quality of the center that she appreciates are the friendships she has found. She would be lost without seeing her friends daily at Norwalk Senior Center South.


No comments:

Post a Comment