María Correa nació en Medellín, Colombia.
Su llegada a los Estados Unidos tuvo que ver con una
trágica pero emotiva jugada del destino, cuando uno de sus hijos Iván Darío, su esposa y tres hijos,
luego de volver de unas vacaciones en Bogotá, Colombia, fueron parte de uno de los más fatídicos y
desastrosos accidentes en la historia de Nueva York. Fue un 25 de enero de 1990
cuando la aeronave de la Línea Aérea Avianca donde viajaban se precipitó sobre
una colina en un pequeño pueblo llamado Cove Neck a 24 Km del aeropuerto.
Este accidente se produjo por falta de combustible de la
nave en una noche oscura de invierno, haciendo el rescate mucho más difícil
debido al mal tiempo y a la dificultad del acceso al lugar del accidente que
dejó un saldo de 73 personas muertas y 83 heridas.
Afortunadamente Iván
Darío, su esposa y sus dos hijas sobrevivieron el accidente aunque sufrieron graves heridas. El bebé que venía
en brazos de la madre cayó entre los asientos y no pudieron encontrarlo la
noche del accidente. Al día siguiente cuando los bomberos y paramédicos
volvieron al lugar del accidente escucharon el llanto de un bebé y lo encontraron
completamente ileso entre los asientos del avión.
Avianca, dio pasajes a los familiares de los
sobrevivientes para venir a ver a su familia y el gobierno de los Estados
Unidos les dio una visa de 6 meses. Así fue como vino María a los Estados
Unidos para estar con su hijo y con su familia.
Después de los seis meses, pidieron una extensión de la
visa para que María pudiera quedarse más tiempo con su familia y cuando la
segunda visa se agotó, María regresó a Colombia.
Más tarde su hijo se separó de su esposa y se hizo
ciudadano norteamericano y tramitó la
documentación para que su madre viniera a vivir a los Estados Unidos.
María que se había separado de su esposo cuando era muy
joven y había trabajado en Colombia por muchos años para mantener a sus 8 hijos
en un restaurante que se llamaba “La
Sorpresa” quería venir a los Estados Unidos y vivir con su hijo y sus
nietos.
Ahora su hijo, Iván Darío tiene un restaurante y una
panadería típica colombiana que ha llamado “La
Sorpresa” en honor a su madre y en la historia del restaurant se puede ver
una fotografía de María cuando era joven en Colombia.
Por supuesto el orgullo más grande de María es su
familia. Tuvo ocho hijos, tres hijas y cinco hijos. Uno de ellos murió en Colombia a los 34 años.
También adoptó a un niño de “Hogares Substitutos” que es
algo similar a “Foster Homes” al que también trajeron a los Estados Unidos y
trabaja en La Sorpresa
Ahora tiene 20 nietos y 9 biznietos y todos viven cerca,
en Norwalk o Stamford.
A María le gusta mucho vivir en los Estados Unidos por
las tradiciones tan bonitas y por las fiestas.
--Yo vine a este país
para ayudar a mis hijos y para cuidar a mis nietos.
Echa de menos la hospitalidad y amistades de Colombia,
pero se ha acomodado a este país porque es un país de oportunidades.
Sus hijos la llevan a muchos lugares y ella está muy
feliz. Ha viajado a Italia, Alemania, Jerusalén y muchos lugares en Estados
Unidos
Es una persona muy positiva y se adapta muy bien a todo.
Ahora es ciudadana de Estados Unidos y no viaja mucho a Colombia porque casi
toda su familia está aquí.
María Correa
María Correa was born in Medellín, Colombia.
Her arrival to the United States was motivated by a very tragic
and emotional experience. When her son
Iván Darío was returning from a vacation in Bogotá, Colombia, with his wife and
three children, they were victims of one of the worst airplane crashes in the
history of New York. On the 25th of January in 1990, Avianca Flight 52 ran out
of fuel after flying for hours in a holding pattern due to congestion and bad
weather. The plane crashed into a hill in the small town of Cove Neck, Long
Island, 15 miles from the airport.
This accident happened on a cold winter night and recovery
efforts proved difficult for emergency crews since the plane had crashed
into the hilly, sparsely populated North Shore. This was compounded by the
narrow, winding roads that led into the site. There were 73 dead and 83
wounded.
Fortunately, Iván Darío, his wife, and his two daughters survived
the accident, although they suffered serious injuries. Their baby, who was
being carried in his mother’s lap, fell between the seats and they could not
find him. The next day when firemen and rescue workers returned to the site of
the accident, they heard a baby crying and the found him between the seats. He
was perfectly fine.
Avianca gave free flights to the relatives of the survivors so
that they could come to see their family, and the U.S. Government issued visas
for six months. This is how María came to the U.S. so that she could be with
her son and his family.
After six months, María requested a visa extension so
that she could stay and help with the family. When the visa expired she
returned to Colombia.
Years later her son separated from his wife and became a U.S.
citizen, and he did all the paperwork so that his mother could come and live
with him.
María, who had separated from her husband at a young age, had
worked very hard in
Colombia for many years to raise her eight children. She worked at a
restaurant called La Sorpresa, and yet she wanted to come to the U.S. to live with
her son and grandchildren.
In honor of his mother, Iván now has a typical Colombian restaurant and bakery in
Norwalk that he calls La Sorpresa and in the history of the restaurant hangs a
picture of Maria when she was young in Colombia.
More than anything, María is proud of her family. She had eight
children—three girls and five boys. One of them died at the age of 34 in
Colombia.
She also adopted a boy from hogares
sustitutos, similar to foster homes. He came to the U.S. and is
working in the restaurant La Sorpresa.
She now has 20 grandchildren and 9 great-grandchildren and they
all live either in Norwalk or Stamford.
María really likes living in the U.S. She loves the beautiful
holidays and traditions here.
She misses the hospitality of the people in Colombia as well as her
friends, but she has become accustomed to this country because it is filled
with opportunities.
She travels often with her children and is very happy. She has
visited Italy, Germany, Jerusalem, and many places in the United States.
She is a very positive person and adapts well to every
circumstance. Now she is a U.S. citizen and does not travel much to Colombia,
because almost all of her family is here.
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