Saturday, November 10, 2012

María Correa



María Correa nació en Medellín, Colombia.


Su llegada a los Estados Unidos tuvo que ver con una trágica pero emotiva jugada del destino, cuando uno de sus hijos Iván Darío, su esposa y tres hijos, luego de volver de unas vacaciones en Bogotá, Colombia,  fueron parte de uno de los más fatídicos y desastrosos accidentes en la historia de Nueva York. Fue un 25 de enero de 1990 cuando la aeronave de la Línea Aérea Avianca donde viajaban se precipitó sobre una colina en un pequeño pueblo llamado Cove Neck a 24 Km del aeropuerto.


Este accidente se produjo por falta de combustible de la nave en una noche oscura de invierno, haciendo el rescate mucho más difícil debido al mal tiempo y a la dificultad del acceso al lugar del accidente que dejó un saldo de 73 personas muertas y 83 heridas.


Afortunadamente Iván Darío, su esposa y sus dos hijas sobrevivieron el accidente aunque  sufrieron graves heridas. El bebé que venía en brazos de la madre cayó entre los asientos y no pudieron encontrarlo la noche del accidente. Al día siguiente cuando los bomberos y paramédicos volvieron al lugar del accidente escucharon el llanto de un bebé y lo encontraron completamente ileso entre los asientos del avión.


Avianca, dio pasajes a los familiares de los sobrevivientes para venir a ver a su familia y el gobierno de los Estados Unidos les dio una visa de 6 meses. Así fue como vino María a los Estados Unidos para estar con su hijo y con su familia.


Después de los seis meses, pidieron una extensión de la visa para que María pudiera quedarse más tiempo con su familia y cuando la segunda visa se agotó, María regresó a Colombia.


Más tarde su hijo se separó de su esposa y se hizo ciudadano norteamericano y  tramitó la documentación para que su madre viniera a vivir a los Estados Unidos.


María que se había separado de su esposo cuando era muy joven y había trabajado en Colombia por muchos años para mantener a sus 8 hijos en un restaurante que se llamaba “La Sorpresa” quería venir a los Estados Unidos y vivir con su hijo y sus nietos.


Ahora su hijo, Iván Darío tiene un restaurante y una panadería  típica  colombiana que ha llamado  “La Sorpresa” en honor a su madre y en la historia del restaurant se puede ver una fotografía de María cuando era joven en Colombia.


Por supuesto el orgullo más grande de María es su familia. Tuvo ocho hijos, tres hijas y cinco hijos.  Uno de ellos murió en Colombia a los 34 años.


También adoptó a un niño de “Hogares Substitutos” que es algo similar a “Foster Homes” al que también trajeron a los Estados Unidos y trabaja en La Sorpresa


Ahora tiene 20 nietos y 9 biznietos y todos viven cerca, en Norwalk o Stamford.


A María le gusta mucho vivir en los Estados Unidos por las tradiciones tan bonitas y por las fiestas.


--Yo vine a este país para ayudar a mis hijos y para cuidar a mis nietos.


Echa de menos la hospitalidad y amistades de Colombia, pero se ha acomodado a este país porque es un país de oportunidades.


Sus hijos la llevan a muchos lugares y ella está muy feliz. Ha viajado a Italia, Alemania, Jerusalén y muchos lugares en Estados Unidos


Es una persona muy positiva y se adapta muy bien a todo. Ahora es ciudadana de Estados Unidos y no viaja mucho a Colombia porque casi toda su familia está aquí.

 
María Correa



María Correa was born in Medellín, Colombia.

Her arrival to the United States was motivated by a very tragic and emotional experience. When her son Iván Darío was returning from a vacation in Bogotá, Colombia, with his wife and three children, they were victims of one of the worst airplane crashes in the history of New York. On the 25th of January in 1990, Avianca Flight 52 ran out of fuel after flying for hours in a holding pattern due to congestion and bad weather. The plane crashed into a hill in the small town of Cove Neck, Long Island, 15 miles from the airport.

This accident happened on a cold winter night and recovery efforts proved difficult for emergency crews since the plane had crashed into the hilly, sparsely populated North Shore. This was compounded by the narrow, winding roads that led into the site. There were 73 dead and 83 wounded.

Fortunately, Iván Darío, his wife, and his two daughters survived the accident, although they suffered serious injuries. Their baby, who was being carried in his mother’s lap, fell between the seats and they could not find him. The next day when firemen and rescue workers returned to the site of the accident, they heard a baby crying and the found him between the seats. He was perfectly fine.

Avianca gave free flights to the relatives of the survivors so that they could come to see their family, and the U.S. Government issued visas for six months. This is how María came to the U.S. so that she could be with her son and his family.

After six months, María requested a visa extension so that she could stay and help with the family. When the visa expired she returned to Colombia.

Years later her son separated from his wife and became a U.S. citizen, and he did all the paperwork so that his mother could come and live with him.

María, who had separated from her husband at a young age, had worked very hard in Colombia for many years to raise her eight children. She worked at a restaurant called La Sorpresa, and yet she wanted to come to the U.S. to live with her son and grandchildren.

In honor of his mother, Iván now has a typical Colombian restaurant and bakery in Norwalk that he calls La Sorpresa and in the history of the restaurant hangs a picture of Maria when she was young in Colombia.

More than anything, María is proud of her family. She had eight children—three girls and five boys. One of them died at the age of 34 in Colombia.

She also adopted a boy from hogares sustitutos, similar to foster homes. He came to the U.S. and is working in the restaurant La Sorpresa.

She now has 20 grandchildren and 9 great-grandchildren and they all live either in Norwalk or Stamford.

María really likes living in the U.S. She loves the beautiful holidays and traditions here.

She misses the hospitality of the people in Colombia as well as her friends, but she has become accustomed to this country because it is filled with opportunities.

She travels often with her children and is very happy. She has visited Italy, Germany, Jerusalem, and many places in the United States.

She is a very positive person and adapts well to every circumstance. Now she is a U.S. citizen and does not travel much to Colombia, because almost all of her family is here.










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